Las espadas quedaron clavadas en los campos de Burutea sellando la paz entre los dos ejércitos vascones y dando por finalizada la guerra civil que duraba ya tres siglos entre agramonteses y beamonteses. El gesto no serviría de nada. El reino estaba perdido. Los nobles huyeron como ratas al país vecino y el pueblo aguardaba resignado las represalias de los conquistadores castellanos. El duque de Alba entro ufano en la plaza de Pamplona, montado en su corcel, en su rostro un rictus de soberbia y una mirada de desprecio a cuanto alcanzaba su vista. El cardenal Cisneros ordenó demoler todas las torres y castillos del país conquistado antes de que los inquisidores dominicos comenzaran la limpieza de herejes y judíos por estas tierras paganas. Pronto el árbol del ahorcado comenzaría a dar sus frutos. (Germatore)
Ruinas del castillo de Peña
Hoy nos desplazaremos hasta el pueblo deshabitado de Peña. Es uno de los pocos pueblos amurallados de Navarra y fue uno de los primeros en ser derruido tras la conquista de Navarra en 1512. Su entorno es una gran finca particular y la cima de la montaña es la única inaccesible de toda la comunidad ya que está vallada y con un vigilante jurado. Dicen que si le suplicas al guarda jurado a veces te deja pasar a coronar la cumbre, nosotros no suplicamos y nos acercamos hasta el pueblo y los restos del castillo que son de libre acceso.
Pueblo en el interior del castillo de Peña.
Vamos hasta Gabarderal y desde allí tomamos el desvío hacia Peña.
Desvío en Gabarderal.
Al llegar a la entrada de la finca dejamos el coche en la explanada de fuera y nos dirigimos hacia las primeras casas que conforman el señorío.
Nos adentramos por la pista.
A mano izquierda queda el cementerio, seguimos por la pista principal hasta abandonar las últimas casas.
Tomamos el desvío de la derecha
Una cadena se cruza en la pista para impedir el acceso de vehículos, pasamos y seguimos avanzando.
Pasamos la cadena y seguimos camino.
Caminamos por la sombra de un bosque de altos bojes, enebros, robles, encinas y las choperas que ocupan el fondo de un barranco.
Bosque subiendo al castillo
Al rato encontramos un desvío a la izquierda, lo ignoramos y seguimos por la derecha.
Seguimos por la derecha.
Divisamos el desolado de Peña, un retal de la historia, el fragmento de una época que se escribió con la sangre derramada de los vencidos.
Desolado de Peña.
Cruzamos una cadena en el último desvío hacia nuestro objetivo.
Cruzamos esta cadena para dirigirnos hacia el castillo.
Llegamos al desolado de Peña y caminamos entre las ruinas de esta increíble fortaleza. Algunos edificios han sido restaurados recientemente, como la iglesia que convive con las ruinas de otras construcciones.
Iglesia
Ruina total
Arriba de esta mole rocosa se encuentra la torre mayor.
Torre mayor desmochada.
Paseamos por este pueblo abandonado, sintiendo lo que los poetas llamarían la dulce paz del olvido.
Desolado desde la torre mayor.
Desde la entrada al pueblo sale una pequeña senda que si la seguimos llegaremos en pocos minutos al buzón que "no está en la cima."
Buzón en las afueras de la "cima prohibida."
Nos encontramos con la puerta que prohibe el acceso a la cima y una tumba de un aviador que se estrelló en este lugar.