ANIE (2507 m.)

Auñamendi

DIFICULTAD: Difícil

IDA Y VUELTA:7 horas

DESNIVEL: 874 m.

DISTANCIA: 13 Km.

TRACK GPS Invierno

TRACK GPS Verano

"No conquistamos las montañas, sino a nosotros mismos."
Edmund Hillary

Febrero 2012

Maitagarri comenzó a recoger los diamantes que por la noche dibujaban los horóscopos del firmamento, apagó su farol de luna y comenzó a extender un mantel de lino blanco que cubrió gran parte de las montañas situadas bajo el desierto de seda azul que avanzaba poco a poco por el cielo pirenaico. Era la más hermosa deidad del pueblo vasco y se retiraba, como cada amanecer, a su morada, la increíble e inexpugnable montaña conocida como Auñamendi.(Germatore)

Paisaje desde el Anie.

Hoy ascenderemos a la mítica cima del Anie o Auñamendi que es como denomina el pueblo vasco a la cordillera pirenaica. Esta cumbre está situada junto al extremo de Roncal y pertenece al valle de Aspe (Francia).

Auñamendi.

Provistos con crampones y raquetas, nos dirigimos hasta el collado de san Martín o Ernaz, frontera entre Roncal y Barétous, siguiendo la carretera de Isaba a Francia. Aparcamos el coche y salimos en pequeña pendiente junto a la famosa piedra de San Martín.

Aparcamos junto a la piedra San Martín y subimos junto a la caseta.

Enseguida veremos el puntiagudo y desafiante Arlás, situado a nuestra izquierda y hacia él nos dirigimos.

A la izquierda el Arlás, la punta del fondo es el Anie.

Nos dirigimos hacia la ladera derecha del Arlás.

En las faldas del Arlás nos encontramos con una pareja de sarrios desayunando.

Sarrios en el camino.

Caminamos por la falda del Arlás y al traspasar esta ladera nos desviaremos a la derecha.

Juanitiko cruzando por la ladera.

El viento arrastra las nubes que ocultan la mole del Anie y nos dirigimos hacia allí. Llegamos a la altura de una cabaña metálica de espeleólogos y seguimos avanzando.

Dejamos la caseta a la izquierda y subimos al collado.

Auñamendi nos da la bienvenida.

Nos damos la vuelta para disfrutar del paisaje recorrido, con un Arlás que va perdiendo su autoridad al ir ganando altura.

Una vista atrás. A la derecha el Arlás venido a menos.

Seguimos sin tregua avanzando por el karst, hoy cubierto por la espesa capa de nieve que cubre este laberinto de simas y grietas.

Seguimos la referencia del monte.

A nuestra izquierda la nieve se funde con el mar de nubes.

Llegaremos a un pasillo donde se presenta frente a nosotros la gran mole ciclópea del Anie, como una pirámide colosal y solitaria.

Un tunel blanco para llegar a las faldas.

Ahora asusta un poco.

Nos dirigimos hacia el collado de la derecha, desde donde atacaremos la última pala.

Vemos la traza que sube hasta la última pala.

En este punto cambiamos las raquetas por los crampones, por seguridad. También utilizaremos el piolet. Comenzamos la dura ascensión despacio pero sin tregua, disfrutando en el zigzag de las impresionantes vistas de uno y otro lado.

Germatore ascendiendo la cuesta suicida.

Vistazo a la izquierda.

Vistazo a la derecha.

Tras un esfuerzo considerable llegamos a esta mítica cima Francesa, pero querida por todos los vecinos de uno y otro lado del pirineo.

En la cumbre.

En el centro la vecina mesa de los tres reyes.

Regresamos por el mismo camino, con la sensación de llevarnos adherida al alma una cualidad oculta en aquella magnífica montaña, que penetra cuando entras en contacto con ella y te une a ese lugar para siempre.

POR : GERMATORE

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